Cuando una alumna o alumno comienza su aprendizaje escolar es muy importante ofrecerle espacios y actividades para trabajar la concentración. ¿Por qué es tan importante? Pues, porque es el primer paso para llegar a la autonomía. Que un/a alumna/o decida empezar sus tareas, mejorar en lo que le cuesta aprender y pedir ayuda cuando se ha quedado sin recursos es una señal de que está participando activamente en su aprendizaje. Concentrarse, leer y observar las actividades, calcular el tiempo que le llevará y el nivel de dificultad; son habilidades que se consiguen con la práctica. El profesorado, como mediador/a va apoyando y aportando herramientas para que se conduzca con seguridad y aprenda de sus errores.

De lo contrario, hacer las tareas que se le indican por repetición una y otra vez las instrucciones por la falta de atención y motivación, quejarse de las correcciones y estar pendiente de otro estímulo ajeno a sus tareas, lo hace dependiente y pasiva/o.

Aprender a aprender es aprender a ser autónoma/o; es averiguar lo que tenemos que hacer, comprobar que podemos, ponerse en acción, buscar los recursos, pedir ayuda y sobre todo, completarlo y comprobar que está correcto. Todos estos pasos son destrezas cognitivas que se enseñan y se adquieren como bases para una buena autonomía.

Es un cambio de enfoque, el cual ayudará a desarrollar sus competencias y poco a poco trabajará con autonomía y estrategia. Da satisfacción observar a las/os alumnos/as avanzar paso a paso en este proceso.

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